Los más pequeños, impacientes por zambullirse en el agua tras la comida, rara vez esperan a que se digieran los alimentos, por lo que el riesgo de sufrir un corte de digestión aumenta en estos casos.
Aunque también puede darse como consecuencia de otros factores, como el consumo de alimentos muy fríos.
El corte de digestión, también denominado golpe de agua o síncope por hidrocución, es un trastorno de gravedad variable que tiene lugar como consecuencia de la diferencia de temperatura entre la piel y el agua.
Al entrar al agua de la playa o la piscina de forma súbita, mientras tiene lugar el proceso de digestión, la sangre que se encuentra en el tubo digestivo se desplaza a otros órganos como la piel para que se pueda contrarrestar el cambio de temperatura. Esta falta de sangre en el sistema digestivo es la causa del corte de digestión.
Este proceso, sin embargo, puede registrarse incluso cuando no tiene lugar la digestión, ya que al zambullirse de golpe en la piscina o el mar después de haber estado al sol o tras haber realizado ejercicio físico, la diferencia de temperatura entre la piel y el agua puede provocar los mismos síntomas.
Lo mejor, prevenirlo
Aunque pueda resultar muy útil tener unos conocimientos básicos de primeros auxilios, la prevención es lo más importante. A pesar de la dificultad de acostumbrar a los más pequeños a que sigan algunas normas antes de darse un baño, conviene que se habitúen a respetar un tiempo prudencial de unas dos horas y media o tres después de la comida antes de sumergirse en el agua. Es igual de importante no entrar de golpe en el agua, sino hacerlo de forma progresiva para que el cuerpo se acostumbre poco a poco al cambio de temperatura, sobre todo después de haber estado al sol o de haber realizado ejercicio.
También conviene saber que un helado o un granizado, alimentos muy consumidos entre los más pequeños, pueden resultar muy refrescantes, pero si se toman después de realizar ejercicio son capaces de provocar un corte de digestión como consecuencia del descenso de presión sanguínea que tiene lugar en la región digestiva.
Aunque pueda resultar muy útil tener unos conocimientos básicos de primeros auxilios, la prevención es lo más importante. A pesar de la dificultad de acostumbrar a los más pequeños a que sigan algunas normas antes de darse un baño, conviene que se habitúen a respetar un tiempo prudencial de unas dos horas y media o tres después de la comida antes de sumergirse en el agua. Es igual de importante no entrar de golpe en el agua, sino hacerlo de forma progresiva para que el cuerpo se acostumbre poco a poco al cambio de temperatura, sobre todo después de haber estado al sol o de haber realizado ejercicio.
También conviene saber que un helado o un granizado, alimentos muy consumidos entre los más pequeños, pueden resultar muy refrescantes, pero si se toman después de realizar ejercicio son capaces de provocar un corte de digestión como consecuencia del descenso de presión sanguínea que tiene lugar en la región digestiva.
Los niños han de habituarse a seguir estas sencillas pautas de prevención para que así puedan disfrutar con seguridad de las playas y piscinas.
Cómo reconocerlo y actuar
Mareos, náuseas, vómitos y pérdida de conciencia son algunos de los síntomas de un corte de digestión.
Si a pesar de todo, tras un día de playa o de piscina un niño tiene náuseas y vómitos, es posible que estos sean síntomas de un corte de digestión, aunque también puede que sea una simple indigestión. Si además el niño se marea, está pálido y suda o pierde la conciencia, es muy probable que se esté frente a un corte de digestión. Estos últimos síntomas son de mayor gravedad, aunque se desarrollan con menor frecuencia. No obstante, en el peor de los casos, el niño puede llegar a sufrir un paro cardiaco.
En caso de que tenga lugar un corte de digestión, tanto en un niño como en un adulto, han de seguirse los mismos pasos. Se debe avisar a los servicios de urgencias y sacar a la persona del agua lo más rápido posible. Es de gran ayuda que hasta que lleguen estos servicios se realice la maniobra frente-mentón para abrir las vías respiratorias e iniciar las maniobras de reanimación correspondientes, en caso de que la persona sufra un paro cardiorrespiratorio.
Mareos, náuseas, vómitos y pérdida de conciencia son algunos de los síntomas de un corte de digestión.
Si a pesar de todo, tras un día de playa o de piscina un niño tiene náuseas y vómitos, es posible que estos sean síntomas de un corte de digestión, aunque también puede que sea una simple indigestión. Si además el niño se marea, está pálido y suda o pierde la conciencia, es muy probable que se esté frente a un corte de digestión. Estos últimos síntomas son de mayor gravedad, aunque se desarrollan con menor frecuencia. No obstante, en el peor de los casos, el niño puede llegar a sufrir un paro cardiaco.
En caso de que tenga lugar un corte de digestión, tanto en un niño como en un adulto, han de seguirse los mismos pasos. Se debe avisar a los servicios de urgencias y sacar a la persona del agua lo más rápido posible. Es de gran ayuda que hasta que lleguen estos servicios se realice la maniobra frente-mentón para abrir las vías respiratorias e iniciar las maniobras de reanimación correspondientes, en caso de que la persona sufra un paro cardiorrespiratorio.
Fuente: Eroski Consumer
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