Pero esta vez, ¡oh, sorpresa!, el dientecito ya no estaba debajo de su almohada. Su amado Ratón Pérez le dejó una cajita hermosa de porcelana blanca con forma de dientecito. Y no sólo eso sino también una nota.
“No sabía que los ratones iban a la escuela” – se dijo.
Cuidadosamente toma la nota primero. Estaba escrita en un fino papel de queso y temía quebrarla. Una letra de ratón hermosa y prolija sobresalía de ese mágico papel que Fito no conocía.
La nota decía:
“Querido Fito. Sé cuál es tu sueño y quiero hacértelo realidad.”
Fito cayó de la sorpresa sobre la alfombra mullida de su dormitorio y pensó:
“No sabía que era adivino también. “
Cuidadosamente retiró los pedazos de la lámpara rota y siguió leyendo.
“Sigue estas instrucciones.
Mañana a las 12 horas en punto busca la parte más suave del césped de tu jardín.
Lleva allí tu almohada y con tus dos manos, una a cada lado, toma sus puntas y mira hacia el cielo.
Verás el arco iris brillante y majestuoso como siempre, y con forma de cuevita de ratón pintada de los siete colores más refulgentes y hermosos de este mundo.
Sólo míralo, sonríele y él sabrá qué hacer.
Querido amigo Fito, ¡te espero en Dientileche!
Te quiero mucho.
Tu amigo, Ratón Pérez.
PD: Abre la cajita de porcelana blanca que te dejé como regalito y tráela contigo. Te será muy útil en Dientileche. ”
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