-“¿Te puedo llamar ‘Paya’?”
-“¡Por supuesto, Fito! Así me llaman todos los niños.” – le aclaró ella.
-“¿Y qué hacen los Payamédicos?” – quiso saber.
Ella puso su mano sobre el hombro de Fito para inspirarle confianza.
-“Somos un grupo de amigos con corazón de médico y alma de payaso. Además de curar a nuestros pacientes grandes y pequeños que están internados en los hospitales les alegramos la vida con juegos y canciones. Porque eso también ayuda a que sanen más rápidamente. La alegría, Fito, es medicina para el espíritu.” – le aseguró su nueva amiga Payamédica.
-“Paya… ¿te puedo hacer otra pregunta?” – se animó a consultar el niño, ahora más tranquilo y relajado. – “¿Cómo sabe el globo mi nombre? ¿Y por qué tú también lo sabías? ¿Por qué tu cabeza tiene esa forma?... ”
Mientras el dientileche la llenaba de preguntas, la doctora sonrió divertida.
-“Bueno, bueno… contestaré todo pero de a poco, Fito. Tanto el globo como yo sabemos tu nombre porque en este país sabemos el nombre de cada niño que viene de visita cuando se le cae uno de sus dientecitos. Recuerda que el Ratón Pérez ya lo visitó y lo conoce bien. Y como a ti, le dejó una cajita mágica de porcelana blanca con forma de dientecito llena de sonrisas brillantes y esa nota sobre fino papel de queso que es como un pasaje para realizar una excursión a este País de Dientileche.”
El niño comenzaba a comprender más sobre esto que le estaba sucediendo. La doctora Endotelina continuó explicando.
-“Vas a pasar unas horas con nosotros y luego retornarás a tu casita con los que te quieren, para seguir yendo a la escuela y jugando con tus amiguitos. Pero podrás volver aquí cuando caiga tu próximo dientecito de leche.” – le aclaró para tranquilizarlo.
-“¿Y tu cabeza?” – dijo Fito para reclamar una de sus preguntas no respondida.
-“Tiene forma de esos dientecitos delanteros que llamas ‘paletas’ pero que en realidad se conocen como ‘incisivos’. Excepto el Ratón Pérez y los niños visitantes, los demás tenemos cabeza con forma de dientecito o de muelita. Ya verás.”
-“Bueno, Paya, está bien.” – se conformó Fito, pero agregó con tono de niño caprichoso – “Pero ¿dónde está el Ratón Pérez? ¡Quiero verlo y que me lo explique él! ¡Ufa!” – finalizó reclamando.
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