-“¡Pérez! ¿Eres tú? ¡Aquí! ¡Aquí! ¡Fito...! ¡Llegué siguiendo todas las indicaciones que me diste…! ¡Hasta la cajita mágica y blanca traje…! ¡Ésa con forma de diente que está llena de sonrisas que guardé muy cuidadosamente para traerlas conmigo…! ¿Dónde estás, Pérez, no te veo! – Fito estaba al límite de su emoción. Oír la voz de su personaje favorito le anunciaba que muy pronto lo conocería como había soñado tantas veces.
-“¡Aquí, aquí, Fito! ¡En el Parque de Diversiones!” – respondió el Ratón. – “¡Ven! ¡Te esperamos!”
Rápidamente la Payamédica desapareció y regresó arrastrando un nuevo portal con forma de Arco Iris algo más pequeño que el de la entrada y que mostraba un colorido cartel rodeado por luces brillantes invitando:
“Bienvenido al Parque de Diversiones de Dientileche”
-“¡In..cre…í…ble….!” – gritó Fito.
Ante él pudo ver todo un Parque de Diversiones construido con dientecitos, muelitas,…
-“¡Qué hermoso!. Nunca imaginé que existiera un país así!”
-“¡Ven, Fito!” – le dijo el Ratón mientras se acercaba al pequeño Arco Iris para dar la bienvenida al deslumbrado niño. Y así, por primera vez, éste pudo verlo cara a cara.
-“¡Eres tal como me leyó muchas veces mi papi en un cuento!” – le confesó Fito. – “Lo recuerdo perfectamente: un ratón muy pequeño, con sombrero de paja, lentes de oro, zapatos de lienzo crudo y una cartera roja cruzada a su espalda. ¡Qué feliz estoy por conocerte en persona!”
-“También yo por recibirte en Dientileche.” – expresó el Ratón Pérez con una dulce voz ratonesca. – “Te estábamos esperando”.
Ya Fito había llegado junto a él. Pérez se inclinó mientras el niño se ponía en puntas de pie y así un afectuoso beso en su mejilla selló la bienvenida.
Luego el Ratón puso su mano en el hombro de Fito y comenzaron a caminar juntos por el Parque, manteniendo al mismo tiempo una conversación que se haría inolvidable quizá para ambos.
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