CONSEJOS PARA PAPIS Y MAMIS...

...1. Demuéstrale lo mucho que le quieres.


Todos los padres quieren a sus hijos pero ¿se lo demuestran cada día?, ¿les dicen que ellos son lo más importante que tienen, lo mejor que les ha pasado en la vida? No es suficiente con atender cada una de sus necesidades: acudir a consolarle siempre que llore, preocuparse por su sueño, por su alimentación; los cariños y los mimos también son imprescindibles. Está demostrado; los padres que no escatiman besos y caricias tienen hijos más felices que se muestran cariñosos con los demás y son más pacientes con sus compañeros de juegos. Hacerles ver que nuestro amor es incondicional y que no está supeditado a las circunstancias, sus acciones o su manera de comportarse será vital también para el futuro. Sólo quien recibe amor es capaz de transmitirlo. No se van a malcriar porque reciban muchos mimos. Eso no implica que dejen de respetarse las normas de convivencia.

2. Mantén un buen clima familiar.

Para los niños, sus padres son el punto de referencia que les proporciona seguridad y confianza. Aunque sean pequeños, perciben enseguida un ambiente tenso o violento. Es mejor evitar discusiones en su presencia, pero cuando sean inevitables, hay que explicarles, en la medida que puedan comprenderlo, qué es lo que sucede. Si nos callamos, podrían pensar que ellos tienen la culpa.Si presencian frecuentes disputas entre sus padres, pueden asumir que la violencia es una fórmula válida para resolver las discrepancias.

3. Educa en la confianza y el diálogo.

Para que se sientan queridos y respetados, es imprescindible fomentar el diálogo. Una explicación adecuada a su edad, con actitud abierta y conciliadora, puede hacer milagros. Y, por supuesto, ¡nada de amenazas! Tampoco debemos prometerles nada que luego no podamos cumplir; se sentirían engañados y su confianza en nosotros se vería seriamente dañada. Si, por ejemplo, nos ha surgido un problema y no podemos ir con ellos al cine, tal como les habíamos prometido, tendremos que aplazarlo, pero nunca anular esa promesa.

4. Debes predicar con el ejemplo.

Existen muchos modos de decirles a nuestros hijos lo que deben o no deben hacer, pero, sin duda, ninguno tan eficaz como poner en práctica aquello que se predica. Es un proceso a largo plazo, porque los niños necesitan tiempo para comprender y asimilar cada actuación nuestra, pero dará excelentes resultados. No olvidemos que ellos nos observan constantemente y "toman nota". No está de más que, de vez en cuando, reflexionemos sobre nuestras reacciones y el modo de encarar los problemas.Los niños imitan los comportamientos de sus mayores, tanto los positivos como los negativos, por eso, delante de ellos, hay que poner especial cuidado en lo que se dice y cómo se dice.

5. Comparte con ellos el máximo de tiempo.

Hablar con ellos, contestar sus preguntas, enseñarles cosas nuevas, contarles cuentos, compartir sus juegos... es una excelente manera de acercarse a nuestros hijos y ayudarles a desarrollar sus capacidades. Cuanto más pequeño sea el crío, más fácil resulta establecer con él unas relaciones de amistad y confianza que sienten las bases de un futuro entendimiento óptimo. Por eso, tenemos que reservarles un huequecito diario, exclusivamente dedicado a ellos; sin duda, será tan gratificante para nuestros hijos como para nosotros.A ellos les da seguridad saber que siempre pueden contar con nosotros. Si a diario queda poco tiempo disponible, habrá que aprovechar al máximo los fines de semana.

6. Acepta a tu hijo tal y como es.

Cada crío posee una personalidad propia que hay que aprender a respetar. A veces los padres se sienten defraudados porque su hijo no parece mostrar esas cualidades que ellos ansiaban ver reflejadas en él; entonces se ponen nerviosos y experimentan una cierta sensación de rechazo, que llega a ser muy frustrante para todos. Pero el niño debe ser aceptado y querido tal y como es, sin tratar de cambiar sus aptitudes.No hay que crear demasiadas expectativas con respecto a los hijos ni hacer planes de futuro. Nuestros deseos no tienen por qué coincidir con sus preferencias.


7. Enséñale a valorar y respetar lo que le rodea.

Un niño es lo suficientemente inteligente como para asimilar a la perfección los hábitos que le enseñan sus padres. No es preciso mantener un ambiente de disciplina exagerada, sino una buena dosis de constancia y naturalidad. Si se le enseña a respetar las pequeñas cosas -ese jarrón de porcelana que podría romper y hacerse daño con él, por ejemplo-, irá aprendiendo a respetar su entorno y a las personas que le rodean.Muchos niños tienen tantos juguetes que acaban por no valorar ninguno. A menudo son los propios padres quienes, como respuesta a las carencias que ellos tuvieron, fomentan esa cultura de la abundancia. Lo ideal sería que poseyeran sólo aquellos juguetes con los que sean capaces de jugar y mantener cierto interés.Guardar algunos juguetes para más adelante puede ser una buena medida para que no se vea desbordado y aprenda a valorarlos.

8. Los castigos no le sirven para nada.

Los niños suelen recordar muy bien los castigos, pero olvidan qué hicieron para "merecerlos". Aunque estas pequeñas penalizaciones estén adecuadas a su edad, si se convierten en técnica educativa habitual, nuestros hijos pueden volverse increíblemente imaginativos. Disfrazarán sus actos negativos y tratarán de ocultarlos. Podemos ofrecerles una conducta aceptable con otras alternativas.

9. Prohíbele menos, elógiale más.

Para un crío es tremendamente estimulante saber que sus padres son conscientes de sus progresos y que además se sienten orgullosos de él. No hay que escatimar piropos cuando el caso lo requiera, sino decirle que lo está haciendo muy bien y que siga por ese camino. Reconocer y alabar es mucho mejor que lo que se suele hacer habitualmente: intervenir sólo para regañar.Siempre mencionamos sus pequeñas trastadas de cada día. ¿Por qué no hacemos lo contrario? Si, con un gesto cariñoso o un ratito de atención resaltamos todo lo positivo que nuestros hijos hayan realizado, obtendremos mejores resultados.

10. No pierdas nunca la paciencia.

Difícil, pero no imposible, Por más que parezcan estar desafiándote con sus gestos, sus palabras o sus negativas, nuestro objetivo prioritario ha de ser no perder jamás los estribos. En esos momentos, el daño que podemos hacerles es muy grande. Decirles: "No te aguanto"; "Qué tonto eres"; "Por qué no habrás salido como tu hermano" merman terriblemente su autoestima. Al igual que sucede con los adultos, los niños están muy interesados en conocer su nivel de competencia personal, y una descalificación que provenga de los mayores echa por tierra su autoconfianza. Contar hasta diez, salir de la habitación..., cualquier técnica es válida antes de reaccionar con agresividad ante una de sus trastadas.En caso de que se nos escape un insulto o una frase descalificadora, debemos pedirles perdón de inmediato. Reconocer nuestros errores también es positivo para ellos.

HOLA RATONCITO, SOY YO DE NUEVO ALVARO MONDACA

HOLA RATONCITO, SOY YO DE NUEVO ALVARO MONDACA DE ARICA-CHILE, ACABO DE BOTAR MI SEGUNDO DIENTE DE LECHE...UY!!!! VOY RAPIDO A PESAR DE MI AÑITOS. HE ESPERADO COMUNICARME CONTIGO PARA CONTARTE Y ESPERARTE ESTA NOCHE...UN BESO GRANDEEEEEEEEE Y GRACIAS POR ACORDARTE DE MI..ahhh y vi tu peliculaaaaaaaa, muy lindaaaa

jajaja. esta familia!!! cuántos viajes me tengo que hacer por ustedes!! pero bueno, ese es mi trabajo de Ratón. No me han enviado sus comentarios sobre el cuentito que els envie. los espero!! Dientileche , "El Pais de los Niños" I y II . besitos ratonescos a todossssssss!!
 Hola Ratoncito! soy la mamá de Alvarito!!!.jajaja, y luego tendrás que volver,por una de las paletas , que ya esta suelta, jajaja, sorry....y nos gusto mucho el cuento...alvaro siempre pregunta por el ratoncito si es que le escribió y que si le dice algo, yo le respondo que el ratoncito tiene que visitar a muchos niños, pero que se acuerda de todos sus dienteleches y ahi se quedo tranquilo, se durmió temprano para que venga...jajjaja, que  hermosa es la inocencia de nuestros niños, tan pura....un abrazooo

UYYYYYYYYYYY DIOS!!! tendré que ir por una paleta también.!! esa paleta estrá genial para la construcción de la Biblioteca de Dientileche que se viene ya!!! besitos ratonescos y dulces sueños para Alvarito!!!☆☼☆
 

En el día de los Papisssssssss!! mi primo Topo Gigio les cantaaaaaaa

FELIZZZZZDIAAAAAAAAAAAA TODOS LOS PAPIS DE LAS CUEVITAS!!!!!!!!!!!!UN HERMOSO Y GRANDOTEEEEEEEE BESO RATONESCO DE TODOS LOS DIENTILECHES!!! Y UNO ENORRRRRRRRRRME Y MIO JUAZZZZZZZZZZZZZZ"

hermoso mensajito de: Padre Especiales Argentinos

PADRES ESPECIALES ARGENTINOS Le regalo a mi papá una sonrisa de plata que es la que alumbra mi cara cuando de noche me tapa. Le regalo a mi papá una colonia fresquita por no soltarme la mano cuando me duele la tripa. Le regalo a mi papá una armadura amarilla que le proteja del monstruo que espanta en mis pesadillas.
Gracias Papissssssssssssssssssssssssss!!!

Escribió el Dientileche Sammyyyyyyyyy!!!

hOLA RATON PEREZ me llamo Samuel,y estoy muy triste porque en mi escuela un niño me tiró mi diente


a la basura y yome enoje´mucho y creo que no vas a venir a mi casa porque no tengo el diente,mi mamá me dice

que si va a benir el ratón y que le escriba una carta y por eso te escribi raton perez.. vas a pasar a mi casa

porque te voy a esperar pero a donde vas a encontar mi diente que lo tiraron a la basura en mi escuela..hasta luego
Respuesta a mi querido  Sammy!!
 
Hola querido Dientileche Samuel!!!


Qué feliz me hace al recibir tu cartita!!!!
Triste??? cómo es eso!! Ningún niño debe estar triste porque la vida es hermosa!! y mucho menos enojado, porque no es bueno y tu alma, y corazoncito se entristecen.Todo tiene solución en la vida mi querido dientileche Samu.jiiiiiiiiiijiiiiiiiiiijiii.

Mi querido dientileche, te cuento.. que cuando a ti se te cayó tu dientecito, y tu amiguito lo tiró a la basura, es que seguramente no se dió cuenta. Seguramente seguirán siendo tan buenos compañeros com siempre.

Soy el Ratón Pérez y todo lo se jiiiiiiiiiiijiiiiiiiiiiiii, tambien se que sé te ha caído tu dientecito y que en su lugar tienes una hermosa ventanita de la cuál nacerá un hermoso y fuerte dientecito que estará en tu boquita por toda tu vida y al cuál debes cuidar mucho mucho con cepillados y comida sana. Menos dulces y mas frutas y verduras.

Al escuchar el ruido de tu dientecito, te cuento que yo identifico enseguida los distintos ruidos que hacen los dientecitos de mis dientileches cuando se caen (son como perlas de cristal y suenan como ellas) salgo entonces rapidamente a buscarlo.


Tu dientecito ya esta en mi poder y por eso quiero hacerte un hermoso regalo . En primer lugar, el distintivo que tienen todos mis dientileches, y en segundo Mi cuento. "Dientileche, El País de los Niños ) I y II.


Espero que te guste mi regalito y que lleves el cuento a tu colegio y lo compartas con tus compañeritos, incluso con aquél que sin darse cuenta tiró tu dientecito a la basura. Entoces, esatré muy contento contigo por tu acción.

Te envió un enorme beso ratonesco para ti, para tu familia y para los niños de tu colegio


P/D: Eseprro la fotito de tu hermosa ventanita para poner en el blog junto al slide de los dientileches.


Ratón Pérez

http://lascuevitasdelratonperez.blogspot.com
·Cada dientito bien cepillado

será una perla brillante en tu linda boquita·

Cariños . Ratón Pérez

http://olgaydaniel.blogspot.com y.. entrá a nuestra Cuevita!!!! http://lascuevitasdelratonperez.blogspot.com y http://elclubdelosdientesdeleche.blogspot.com .

Consejo Nº 3 del Dr. Alexis

Hola Dientileches:




Ya saben bien que para dejar los dientes lustrosos y sanos y etc, etc (todo eso que decía mi abuelo) hay dos grandes secretos; que de tan sabidos YA NI SON SECRETOS: Cepillarse los dientes y visitar al odontólogo.



¿Sólo esos dos? Bueno, hoy podríamos agregar un tercero muy importante, y que tiene que ver con los

dulces. Si, las golosinas (caramelos, chocolates, chupetines) son muuuy ricas pero hacen mal a los dientes, porque empiezan a aparecer las caries, que más adelante les voy a contar bien qué son.



¿Entonces? ¿No hay que comer más ningún dulce? Lo ideal sería comer pocos o cambiarlos por cosas saladas o frutas, y cepillarse bien después de haberlos comido. Si empezamos a cepillarnos cada vez que comemos un dulce, vamos a poder seguir disfrutando de esas cosas tan ricas que a todos nos gustan!






Saludos!!!
El Doctor Alexis

Consejito Nº 2 del Dr. Alexis

Hola Dientileches:




Hablemos del segundo gran secreto para dejar sanos, blancos, lindos y lustrosos los dientes (como decía mi abuelo). Los dentistas somos los doctores que arreglamos los dientes, es cierto, pero no sólo eso. También somos quienes cuidan los dientes. Y es por eso que ir a visitar al dentista dos veces por año como mínimo es muy bueno para tener una cuidada la boca.



¿A qué edad hay que ir? Desde que hay dientes hay que cuidarlos. Con dos visitas por año es suficiente para controlar que sigan todos los dientes blancos, lindos, sanos y lustrosos; y para controlar también que los estemos cepillando correctamente.



Así que el segundo secreto es: ¡Hay que visitar al odontólogo cada 6 meses!



El doctor Alexis

14 Fito obtiene respuestas

Acomodándose para dar una explicación a Fito y a los demás niños montados en la Rueda de la Vuelta al Mundo, y haciendo una seña al anciano para pedirle que esperara un poco antes de cobrar, el Ratón Pérez comenzó su pequeño discurso:


-“Queridos niños: aquí en el País de Dientileche todos los niños son iguales, y por lo tanto todos tienen que pagar sus juegos, diversiones, y lo que quieran disfrutar. Pero aquí todo es mágico, sólo aceptamos sonrisas brillantes como pago. No existe el dinero.”

Fito, los Manu, Bryan, Camila, Abril… todos, se largaron a reír. Podían seguir jugando junto al Ratón y a sus amigos pues ninguno de ellos había olvidado en su casa la cajita de porcelana blanca llena de sonrisas. Llaman la atención del viejecito y, cada uno desde su asiento en la Rueda, le envía el valor de su boleto, es decir, una mágica sonrisa brillante y voladora.

Cuando la Rueda comienza a girar, todos saludan felices al que ahora saben que será el cobrador de los juegos del Parque. Pero a Fito le quedaban dudas acerca del bastón y de la caries del anciano, y nuestro amiguito no soportaba nunca que no le aclararan algo. Aunque ahora ya creía comenzar a comprender no solamente estas pequeñas cuestiones sino la principal que buscaba desde hacía mucho:

¿Qué hace el Ratón Pérez con los dientecitos
de todos los niños del mundo?

-“Entonces ya tengo la respuesta a la gran pregunta. Los coleccionas para construir el País de Dientileche.” – dijo al Ratón, a lo que éste replicó sonriendo: -“Exacto, amiguito, exacto.”

Fito, deslumbrado y con una sonrisa de oreja a oreja por descubrir el secreto, continuó diciendo: “-Y por eso vemos que hay personas como este viejecito con cabeza de muela careada, y como los Payamédicos…” – agregó exaltado mientas Pérez continuaba asintiendo con la cabeza y los otros niños gritaban: “¡Bien, Fito, bien!”

El Ratón Pérez completó su relato. –“Chicos, hay dientes y muelas de todas la generaciones: de sus papás, de sus abuelos, de sus bisabuelos,… Aunque ustedes no lo crean, las personas grandes fueron alguna vez dientileches como ustedes. Y antes no sabían cuidarse como ustedes ahora: no se cepillaban los dientes varias veces al día, comían muchos dulces y poca fruta, no visitaban con frecuencia a su odontólogo amigo… Y no solamente se cariaban sus dientes sino además esto les provocaba otras enfermedades. Por eso encontrarán aquí no sólo dientecitos de los niños sanos sino también de los que ya no son niños y de los que no fueron tan sanos. El País de Dientileche está siendo construido con todos los dientecitos de los niños del mundo, de ayer, de hoy y de mañana.

Los niños exclaman a coro: -“¡Gracias, Pérez, te queremos! ¿Podemos seguir con la visita? ¡Esto está genial!”

13 El vendedor de boletos

La Rueda de la Vuelta al Mundo cargada de niños y con el Ratón Pérez también a bordo estaba muy quieta. Fito, en cambio, tan inquieto como sus amiguitos. Miró a su ratonesco compañero de asiento y le preguntó: -“¿Cómo haremos para pagar el boleto para que la rueda comience a girar?”


El Ratón le sonrió mientras decía, al tiempo que se liberaba de sus elementos de seguridad y se ponía de pie: -“En primer lugar, tú y todos los otros pasajeros deberán sonreír para que yo pueda ver las hermosas ventanitas que quedaron cuando su dientecito cayó. Ese dientecito que ahora forma parte del País de Dientileche.” – Golpeando sus manos dijo a través de un aparato que lo intercomunicaba con todos los asientos: - “¡A ver, niños! ¡Muéstrenme la ventanita en su boca! ¡A la una, a las dos y… a las… tres!”

Y todos juntos le brindaron su mejor sonrisa. Luego Pérez volvió a sentarse y asegurarse mientras Fito lo miraba para tratar de descubrir qué era lo que aún faltaba para comenzar la Rueda a girar. Si el Ratón había dicho antes “en primer lugar” era porque habría algo “en segundo lugar”.

-“¡Alto, alto” – se escuchó a lo lejos. –“¡No me han pagado la vuelta para la Rueda!”

Todos los niños miraron asombrados hacia el lugar desde donde provenía la voz. Vieron que venía acercándose un viejecito, con bastón en mano, caminando lentamente. ¿Quién sería?

Cuando estuvo cerca, pudieron notar que traía anteojos y su cabeza tenía forma de gran muela cariada en su lado derecho. ¿Por qué necesitaba un bastón si aquí no existía ninguna enfermedad? ¿Y por qué su cabeza no era una muela blanca y brillante como una perla?

-“¡Niños! ¡Paguen!” – dijo el Ratón por el intercomunicador. Todos se miraron asombrados pues ninguno tenía ni una moneda. Entonces, asumiendo la representación del grupo, Fito dijo: -“Querido Ratón Pérez. Con toda nuestra tristeza te debemos informar que nos bajaremos de la Rueda ya que ninguno de nosotros ha traído dinero.”

-“¿Qué” – les aclaró Pérez riéndose mucho, mucho mientras se tomaba la panza con una mano y el sombrero con la otra. –“Les dejé escrito en mi nota en papel de queso dejada bajo su almohada que al venir no olvidaran su cajita mágica de porcelana blanca con forma de dientecito porque iba a serles muy útil en el País de Dientileche.”

-“¡Síiii!” – gritaron todos los niños al unísono a través del micrófono junto a su asiento.

-“Bueno” – les respondió el Ratón. – “Todos deben haber curioseado y entonces ya saben que la cajita está llena de sonrisas felices, titilantes cual lucecitas de navidad y capaces de volar. Ahora sabrán para qué sirven esas sonrisas en el País de Dientileche.”

12 El Ratón Pérez revela un misterio

-“Mi querido amiguito. Eso que ves es la magia que le colocamos aquí a cada niño. La luz viene del luminoso infinito, mezclada con los rayitos del sol y de tantas otras estrellas que parecen titilar.”


Fito lo escuchaba con toda su atención y mirando hacia arriba pues ahora sabía cuál era una de las fuentes de donde provenían las maravillas del lugar.

-“Como ves, los niños son felices aquí. Corren, juegan, disfrutan. En el País de Dientileche no existen enfermedades, dolor, tristeza, hambre, pobreza ni niños desaparecidos como ya hay demasiados en tu planeta Tierra.”

-“¿Por eso ahora los Manu y otros nenes que no podían jugar felices, lo hacen aquí?” – acotó Fito al tiempo que guiñaba un ojo al Ratón con aire de complicidad haciéndose ver como un niño más grande que había comprendido todo ese secreto.

-“Así es, mi pequeño dientileche.” – asintió Pérez comenzando a caminar lentamente hacia otro sector del Parque seguido de cerca por su preguntón compañero, curioso como todo niño.

Llegaron juntos a la Rueda de la Vuelta al Mundo. Era enorme y rarísima. No había caños de hierro como en otras que había conocido por fotografías sino que aquí eran hilos dentales trenzados y parecían muy fuertes. Los asientos estaban hechos con forma de dientecitos y muelitas blancos y brillantes. Esas barras que tenían para sujetarse eran tubos rellenos con pasta dental de diferentes gustos. Y los rayos que hacían girar la Rueda eran largos cepillos dentales de colores muy diversos.

Al momento de subir a ella, queriendo compartir su emoción, Fito comenzó a dar gritos llamando a sus amiguitos.

-“¡Suban! ¡Suban, chicos!” - Y luego, dándose vuelta hacia el Ratón, lo abrazó con afecto y agradecimiento. –“¡Ay, Pérez! ¡Qué feliz estoy! ¡Y no sólo por mí sino también por mis amiguitos!”. Ocuparon sus asientos y se colocaron el tubo de dentífrico cuya función ya conocemos. Pero el Ratón le señaló algo que colgaba a su lado. Era un hilo dental que actuaba como cinturón de seguridad porque nadie debía allí sufrir ningún accidente. Fito se lo ajustó como hacía siempre en el automóvil de la familia.

Paso a paso, de a dos por línea, todos los niños fueron subiendo a la Rueda, sentándose y asegurándose hasta que todos los lugares fueron ocupados. Pero el enorme juego no comenzaba a girar como esperaban. Fito recordó que en otros parques había que pagar boleto y esperó que alguien viniera a cobrarles. Pero, ¿quién?

11 El primer diálogo entre amigos

-“¿Has visto a la Payamédica?” – le preguntó el Ratón Pérez.


El pequeño abrió unos ojos enormes en los que se veían muchas dudas.

-“¡Sí, Pérez, sí! ¿Por qué?” – se preocupó Fito pensando que quizá no había cumplido alguno de los pasos necesarios.

Su nuevo amigo lo tranquilizó.

-“Entonces subamos y juguemos juntos en esa hermosa Rueda de la Vuelta al Mundo” – dijo el Ratón mientras señalaba algo.

Fito miró hacia ese lugar. Fue como descubrir de pronto un espectáculo sorprendente. Estaba deslumbrado. Sus ojos no alcanzaban a ver tantas maravillas al mismo tiempo.

No sabía si hablar con el Ratón Pérez, si mirar hacia arriba, si mirar hacia abajo, si mirar hacia el centro. Todo en Dientileche era mágico.

Decidió posar su mirada sobre un gran grupo de hombres y mujeres vestidos como la doctora Endotelina.

-“¡Son Payamédicos!! – dijo Fito que ahora podía reconocerlos por sus coloridos trajes de payaso, sus cabezas con forma de dientes y los estetoscopios colgando de sus cuellos. Lo sorprendió la cantidad de niños que los rodeaban, muchos de ellos conocidos por él: los hermanitos Manu y Camila, el otro Manu, Sofi, Abril “la chaparrita”, Bryan, Juani, Ian, Taiel, Jazmín, Valentín, Sabri, Francisco, Mía, Augusto, Morena,… y muchos más.

¿No era que Sofi estaba desaparecida y todos la buscaban? Pues aquí estaba, jugando con otros niños. ¿Y no eran algunos de ellos los que no podían ni moverse por alguna malita enfermedad que los aquejaba? Fito miraba cómo Manu, corría de un lado a otro persiguiendo a su hermana Camila que no se dejaba alcanzar. Y así todos disfrutaban del mágico lugar.

“¿Por qué, Pérez, aquí los niños están todos bien y felices?”.

“Sigue mirando a los Payamédicos. Fíjate. ¿Ves que forman una doble fila con sus manos en alto entrelazadas? Así crean el túnel por el que pasan todos los dientileches, dejando caer sobre ellos ese baño de luces de siete colores que les da salud y felicidad. “

Fito no sabía bien qué pasaba. Los niños salían corriendo muy alegres de ese túnel mágico. ¡Qué lindo era verlos así!

10 Cuando Fito conoció a Pérez

-“¿Alguien me llama?” – se escuchó una dulce voz que parecía venir de todos lados a la vez porque el eco la devolvía sin que se supiera cuál era su origen.


-“¡Pérez! ¿Eres tú? ¡Aquí! ¡Aquí! ¡Fito...! ¡Llegué siguiendo todas las indicaciones que me diste…! ¡Hasta la cajita mágica y blanca traje…! ¡Ésa con forma de diente que está llena de sonrisas que guardé muy cuidadosamente para traerlas conmigo…! ¿Dónde estás, Pérez, no te veo! – Fito estaba al límite de su emoción. Oír la voz de su personaje favorito le anunciaba que muy pronto lo conocería como había soñado tantas veces.

-“¡Aquí, aquí, Fito! ¡En el Parque de Diversiones!” – respondió el Ratón. – “¡Ven! ¡Te esperamos!”

Rápidamente la Payamédica desapareció y regresó arrastrando un nuevo portal con forma de Arco Iris algo más pequeño que el de la entrada y que mostraba un colorido cartel rodeado por luces brillantes invitando:

“Bienvenido al Parque de Diversiones de Dientileche”

-“¡In..cre…í…ble….!” – gritó Fito.

Ante él pudo ver todo un Parque de Diversiones construido con dientecitos, muelitas,…

-“¡Qué hermoso!. Nunca imaginé que existiera un país así!”

-“¡Ven, Fito!” – le dijo el Ratón mientras se acercaba al pequeño Arco Iris para dar la bienvenida al deslumbrado niño. Y así, por primera vez, éste pudo verlo cara a cara.

-“¡Eres tal como me leyó muchas veces mi papi en un cuento!” – le confesó Fito. – “Lo recuerdo perfectamente: un ratón muy pequeño, con sombrero de paja, lentes de oro, zapatos de lienzo crudo y una cartera roja cruzada a su espalda. ¡Qué feliz estoy por conocerte en persona!”

-“También yo por recibirte en Dientileche.” – expresó el Ratón Pérez con una dulce voz ratonesca. – “Te estábamos esperando”.

Ya Fito había llegado junto a él. Pérez se inclinó mientras el niño se ponía en puntas de pie y así un afectuoso beso en su mejilla selló la bienvenida.

Luego el Ratón puso su mano en el hombro de Fito y comenzaron a caminar juntos por el Parque, manteniendo al mismo tiempo una conversación que se haría inolvidable quizá para ambos.

09 ¿Qué son los Payamédicos?

-“¿Te puedo llamar ‘Paya’?”


-“¡Por supuesto, Fito! Así me llaman todos los niños.” – le aclaró ella.

-“¿Y qué hacen los Payamédicos?” – quiso saber.

Ella puso su mano sobre el hombro de Fito para inspirarle confianza.

-“Somos un grupo de amigos con corazón de médico y alma de payaso. Además de curar a nuestros pacientes grandes y pequeños que están internados en los hospitales les alegramos la vida con juegos y canciones. Porque eso también ayuda a que sanen más rápidamente. La alegría, Fito, es medicina para el espíritu.” – le aseguró su nueva amiga Payamédica.

-“Paya… ¿te puedo hacer otra pregunta?” – se animó a consultar el niño, ahora más tranquilo y relajado. – “¿Cómo sabe el globo mi nombre? ¿Y por qué tú también lo sabías? ¿Por qué tu cabeza tiene esa forma?... ”

Mientras el dientileche la llenaba de preguntas, la doctora sonrió divertida.

-“Bueno, bueno… contestaré todo pero de a poco, Fito. Tanto el globo como yo sabemos tu nombre porque en este país sabemos el nombre de cada niño que viene de visita cuando se le cae uno de sus dientecitos. Recuerda que el Ratón Pérez ya lo visitó y lo conoce bien. Y como a ti, le dejó una cajita mágica de porcelana blanca con forma de dientecito llena de sonrisas brillantes y esa nota sobre fino papel de queso que es como un pasaje para realizar una excursión a este País de Dientileche.”

El niño comenzaba a comprender más sobre esto que le estaba sucediendo. La doctora Endotelina continuó explicando.

-“Vas a pasar unas horas con nosotros y luego retornarás a tu casita con los que te quieren, para seguir yendo a la escuela y jugando con tus amiguitos. Pero podrás volver aquí cuando caiga tu próximo dientecito de leche.” – le aclaró para tranquilizarlo.

-“¿Y tu cabeza?” – dijo Fito para reclamar una de sus preguntas no respondida.

-“Tiene forma de esos dientecitos delanteros que llamas ‘paletas’ pero que en realidad se conocen como ‘incisivos’. Excepto el Ratón Pérez y los niños visitantes, los demás tenemos cabeza con forma de dientecito o de muelita. Ya verás.”

-“Bueno, Paya, está bien.” – se conformó Fito, pero agregó con tono de niño caprichoso – “Pero ¿dónde está el Ratón Pérez? ¡Quiero verlo y que me lo explique él! ¡Ufa!” – finalizó reclamando.

08 ¡Bienvenido al País de Dientileche!

Un globo gigante rodeado de luces que parpadeaban recibió a Fito en el País de Dientileche.


Sorprendió al niño lo que estaba escrito allí:

¡BIENVENIDO,
DIENTILECHE
FITO!

¿Cómo sabía el globo que él se llamaba Fito?

Pero lo que ocurrió después casi lo hace caer de espaldas. ¡El globo le sonrió! Y, aunque no lo quieran creer, ¡también le habló!

-“Sigue por el camino de siete colores.” – le dijo el globo con voz muy dulce y afectuosa. Y eso hizo Fito que se quedó con ganas de preguntarle cómo sabía su nombre.

De repente, esa alfombra de luces multicolores lo dejó ante un portal que se veía como la entrada a una cuevita. Allí lo recibió una hermosa y alegre chica con ropas de payaso, nariz redonda y roja, y una enorme boca sonriente con labios pintados del mismo color. Sus dientes eran blancos y brillantes como si fueran perlas de un maravilloso collar.

Pero Fito notó algo raro en ella. Su cabeza tenía forma de diente y estaba coronada por un sombrero payasesco de tres colores, rojo, amarillo y azul, que terminaba en un gran pompón blanco. Además usaba grandes anteojos y de su cuello colgaba uno de esos aparatos que el niño había visto que usaba su médico para escuchar los latidos de su corazoncito. Lo llamaban algo así como “estetoscopio”.

-“¡Hola, dientileche Fito! Soy tu amiga Endotelina.” – le dijo ella mientras se movía graciosamente.

Fito la miró con curiosidad. Había algo que no comprendía.

-“¿Eres una payasa o eres una médica?” – se animó tímidamente a preguntarle.

Ella le aclaró su duda.

-“Ambas cosas. Soy una Payamédica, y tu sonrisa es mi fortaleza.”

07 Atravesando el Arco Iris

El tic-tac del reloj y el palpitar agitado del corazón de Fito eran una misma sinfonía en la oscuridad de su dormitorio, solamente iluminado por la luz de una inmensa Luna entrando por la ventana.


Fito se movía de aquí para allá en su cama. Estaba impaciente por la llegada del nuevo día que venía asomándose. Hasta que un sol radiante lo despertó.

De repente, dio un gran salto desde su cama. Apresuradamente cepilló sus dientes y se vistió. Tomó la nota en papel de queso que le dejó su amigo ratón y siguió las indicaciones tal cual decía esa hermosa letra ratonesca.

Temía olvidar algo, así que leyó la nota nuevamente y se dijo:

“Ya está. Sólo falta que salga el arco iris.”

Pero todavía no eran las 12 horas en punto, como indicaba la nota. De repente:

“¡Ahí está! ¡Ahí está!” – comenzó a gritar Fito. Un brillante y majestuoso arco iris con forma de cuevita de ratón con los siete colores más brillantes de este mundo estaba ante los ojos asombrados de Fito.

“Pérez me dijo que lo mire. Así lo haré.”

Cada vez más abría sus ojos porque temía que, como era él tan chiquito, el arco iris no lo viese. Pero no fue así. Mágicamente Fito, montado en la almohada que tenía firmemente agarrada con una mano en cada una de sus “orejas”, comenzó a volar por un camino de luces de siete colores diferentes que llegaba desde el arco iris hasta él.

Así llega al mismo centro del arco iris y, atravesándolo mágicamente, aparece en otra dimensión en la que lo primero que vio fue un cartel brillante con luces titilantes en el que podía leerse:

“Bienvenido a Dientileche,
el País de los Niños”.

06 Mañana será el gran día

Pero Fito no entendía nada.
“¿Dientileche? ¿Arco iris? ¿Cajita?”

Mientras intentaba comprender y asumir todo lo que decía la nota, abre lentamente la cajita de porcelana blanca y… ¡oh! Salen volando por toda su habitación cientos de sonrisas brillantes, felices, titilantes cual lucecitas de Navidad.

Todo él estaba iluminado por sonrisas. Fito sonreía y sonreía de felicidad por toda esta experiencia que estaba viviendo. Entonces, con sumo cuidado, tomó con una de sus manitos todas las sonrisas una por una y las guardó en la cajita de porcelana blanca, que ahora era, además, mágica.

Muy emocionado se preparó para descansar. Quería que ya fuera mañana, para vivir esta aventura.

“¡Hummm! ¡Creo que esto estará muy pero muy bueno!” – se dijo.

Cepillo de dientes en mano, pijamas y pantuflas de conejo, ya listo para dormir, recordó que todos sus amigos estaban en el jardín de su casa acampando y esperando sus noticias.

Salió, les agradeció a todos por acompañarlo y les dijo sonriente:

“No tiene importancia que no haya podido ver a mi amigo el Ratón Pérez. “

Sus amigos se pusieron tristes. Pero Fito los consoló:

“Estoy feliz y ya les contaré por qué. Nunca dejen de sonreír y de soñar, amigos, porque los sueños se cumplen tarde o temprano. No estén tristes. Regálenme una sonrisa y yo les regalaré otra. Pero sin mi dientecito flojo porque mi amigo se lo llevó y en su lugar me quedó una gran ventanita.”

Entonces, todos juntos le dedicaron una amplia sonrisa a Fito, porque realmente se lo merecía. Saludaron agitando sus manos y se fueron a descansar.

Fito también lo hizo, aunque estaba expectante por la aventura que viviría al día siguiente.

05 La cajita de porcelana y la nota

Pero esta vez, ¡oh, sorpresa!, el dientecito ya no estaba debajo de su almohada. Su amado Ratón Pérez le dejó una cajita hermosa de porcelana blanca con forma de dientecito. Y no sólo eso sino también una nota.


“No sabía que los ratones iban a la escuela” – se dijo.

Cuidadosamente toma la nota primero. Estaba escrita en un fino papel de queso y temía quebrarla. Una letra de ratón hermosa y prolija sobresalía de ese mágico papel que Fito no conocía.

La nota decía:

“Querido Fito. Sé cuál es tu sueño y quiero hacértelo realidad.”

Fito cayó de la sorpresa sobre la alfombra mullida de su dormitorio y pensó:

“No sabía que era adivino también. “

Cuidadosamente retiró los pedazos de la lámpara rota y siguió leyendo.

“Sigue estas instrucciones.

Mañana a las 12 horas en punto busca la parte más suave del césped de tu jardín.

Lleva allí tu almohada y con tus dos manos, una a cada lado, toma sus puntas y mira hacia el cielo.

Verás el arco iris brillante y majestuoso como siempre, y con forma de cuevita de ratón pintada de los siete colores más refulgentes y hermosos de este mundo.

Sólo míralo, sonríele y él sabrá qué hacer.

Querido amigo Fito, ¡te espero en Dientileche!

Te quiero mucho.

Tu amigo, Ratón Pérez.

PD: Abre la cajita de porcelana blanca que te dejé como regalito y tráela contigo. Te será muy útil en Dientileche. ”

04 ¡Y, bueno, otra vez será!

Y, de repente, lo despertó un ruido muy fuerte.


¡Crack!

Era el velador de su mesa de luz que había caído al suelo, roto en cinco pedazos.

“¡Está aquí! ¡Está aquí!” – comenzó a gritar.

Eran tan, pero tan fuertes los gritos de Fito que todos los vecinos que acampaban en su jardín también despertaron sobresaltados.

Fito estaba tan, pero tan feliz porque su amigo lo estaba visitando que cantaba y gritaba de alegría para que todos lo oyesen y compartieran la noticia.

Cuando al fin giró su cabeza para hablar con el Ratón, éste había desaparecido, rápido como un rayo. (Porque los rayos son muy rápidos, ¿sabías?)

“¡Y, bueno! ¡Otra vez será!” – se dijo sonriendo. - “Tendrá mucho trabajo hoy en el mundo, visitando más niñitos. ¡Él es de todos, no sólo mi amigo! Y yo sé compartir. Pronto se me caerá otro dientecito, y esta vez sí podré hacerle la gran pregunta.”

Se acercó tímidamente a su almohada para retirar, como muchas otras veces, el regalito que sabía le había dejado su amigo Ratón.

Pero eso no era lo que más le interesaba. Lo que sí quería saber de la propia boca ratonesca:

¿Qué hace el Ratón Pérez
con los dientecitos
de todos los niños del mundo?

03 ¡A Fito se le cayó el dientecito!

Los días seguían pasando, y toda la ciudad estaba pendiente de la caída del dientecito de Fito.


Tenían miedo de que ese niñito de la dulce sonrisa se cansara y entristeciera en la espera. Los vecinos estaban expectantes. Extrañaban la alegría que todos sentían cada vez que a Fito se le caía un dientecito.

Era una verdadera fiesta en la ciudad cuando Fito salía a la calle y se escuchaban sus gritos de júbilo diciendo a viva voz:

“¡Mamá, Papá, abuelitos, vecinos, cartero, panadero, almacenero,…! ¡Se me cayó otro dientecito! ¡La lá, la lá, la lá!”

Todos juntos, como buenos vecinos, llegaban a su casa a compartir la alegría por el futuro dientecito que nacería pronto, y a admirar de cerca el brillo del recién caído.

¡Jamás nadie había visto algo igual!

Llegó el gran día. Como ésos que ya habían vivido antes. El dientecito flojo de Fito, cayó.

¡La fiesta llegaba nuevamente a la ciudad!

“A Fito se le cayó el dientecito” – decía cada uno a su vecino.

Todos ellos sabían que el gran sueño de Fito estaba por hacerse realidad.

“¡Hoy podrás ver al Ratón Pérez, quien resolverá de una vez por todas esa gran duda que tienes! Acamparemos en tu jardín para compartir la alegría cuando te dé la respuesta tan soñada!”

Eso le decían, aunque en realidad nadie creía que justamente al gran Ratón Pérez, que nos visita a todos cuando somos niños y al cual nunca vimos, tuviera Fito el privilegio de conocerlo personalmente.

Por más que el sueño lo vencía, el niño procuraba no dormirse. Sus ojos, cada vez más pequeñitos, trataban de cerrarse. Se abría uno, se cerraba el otro, hasta que ¡pum!... ¡se quedó dormido!